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sábado, 6 de agosto de 2011

Intento de novela

CAPITULO 3

Esa tarde, como solía ocurrir dos tardes a la semana, Juan iba a la consulta del psicólogo.
Juan era un hombre adulto, en su etapa de joven había sido un chico guapo, que atraía a muchas chicas, pero ninguna había sabido ganarse cada uno de sus pensamientos, su corazón y su vida como Marta. Esa joven de pelo castaño, ojos claros y con la carita llena de pecas… Toda su vida había girado en torno a ella, sus últimos 23 años de vida los había pasado junto a ella… pero ahora ella ya no estaba junto a él.
Todo ocurrió una tarde hacía ahora más o menos un año, Marta se disponía a preparar la cena cuando se dio cuenta de que faltaba pan, y bajó a comprarlo.
Ese pequeño gesto fue el que cambió la vida de toda su familia. Marta fue a por el pan, pero nunca regresó. Todo por un muchacho que conducía borracho, ese fatal accidente que le costo la vida a Marta, a su Marta…
Y ahora él seguía allí, sentado en un sillón esperando entrar para hablar con la psicóloga, no podía evitar que unas lágrimas resbalasen por sus mejillas, ¿por qué no había ido él a por pan? ¿Por qué no le dijo antes de que fuera lo mucho que la quería?

Pero en ese momento paró de llorar, se secó las lágrimas y se prometió que tenía que ser fuerte, por Marta, por su hija, por esa hija tan maravillosa que habían tenido en común. Menos mal que todavía le quedaba Leyre, si no su vida no tendría ningún sentido.
Ahora se encontraba muy bajo de ánimos, la depresión le duraba ya un año, los había dejado todo: el trabajo, las salidas con los amigos, las cenas en restaurantes, todo…
Y no, eso tendría que cambiarlo. Él era un hombre joven aun, de tan solo 40 años, y tenía que vivir, y tenía que vivir doble, por él y por Marta.
Se había acabado llorar por todas las esquinas, quedarse en casa todo el día, pasar de la cama al sofá y del sofá a la cama. Iba a recuperar su puesto como empresario, ese empleo que le había costado tanto trabajo lograr y por el que tanto había luchado.

Tras dos horas de charla con la psicóloga se sentía mucho más animado y positivo, parecía que su vida volvía a parecerse un poco a la de antes y estaba decidido… llamó a sus amigos, esa noche habría cena en su casa. Esperaba que a Leyre no le importara demasiado, ya que estaba de exámenes y lo mismo era un poco lío… Pero bueno ella lo entendería, siempre lo entendía todo, había madurado tanto en un año…
Fue a cortarse el pelo y al supermercado a comprar algo para la cena. Y como le quedaba tiempo miró en las tiendas cercanas algo de ropa, llevaba sin comprarse nada un año. Miró en las tiendas más modernas, con la ropa que solía llevar parecía un viejo, y eso no podía ser en su nueva vida. A Marta no le gustaría y a Leyre tiene claro que no le gusta porque se lo repite constantemente.

Una vez ya de vuelta en casa, corre a ver a Leyre. Le cuenta los planes que tienes para la noche y como esperaba a Leyre no le importa.

Se dispone a hacer la cena, prepara una ensalada sencillita y unas brochetas de salmón y patatas fritas… las patatas fritas… eso nunca falla.
Sobre las 9 de la noche comienzan a llegar sus amigos, se sientan todos juntos a la mesa. Comienzan a contarse las novedades… aunque para él las novedades son demasiadas, lleva un año sin verlos… y sin darse cuenta… por primera vez en un año, sonríe.


CAPITULO 4

Y aquí estoy tumbada en la cama pensando sobre mi vida. En verdad no se si soy feliz o no. No se nada, estoy llena de dudas.
En ese momento entra mi madre a la habitación.

-          Claudia, ¿vas a cenar?
-          No, esta noche no tengo hambre.
-          Tienes que cenar, últimamente no comes nada
-          Mamá, de verdad, no tengo hambre.

Mi madre se va, aunque no se queda tranquila. Así son las madres, siempre obsesionadas con que comamos, aunque no tengamos hambre.

Como os iba diciendo no se que me pasa, en verdad no debería tener queja de nada, pues seguramente tenga todo lo que una persona desee… Muchas veces veo la tele y pienso que estoy mal tontamente, con todos los problemas que hay en el mundo, yo debería andar por él con una gran sonrisa. Pero no es así, suelo estar algo triste y no puedo evitarlo.

Desde pequeña he tenido todo lo que he querido, los mejores juguetes, todo lo que pedía lo tenía, he ido a los mejores colegios, he vivido en muchas ciudades, tengo una familia que me quiere…
Pero en el fondo me siento muy sola.
He estado en muchas ciudades y posiblemente por eso no haya podido tener buenos amigos. Y mis padres están siempre trabajando.
Por suerte desde hacía un par de años estoy con Leyre, que se ha convertido en una de las personas más importantes en mi vida. Con ella lo comparto todo, me entiende, y me ayuda siempre, como yo a ella.

Hay algo en lo que ella no puede ayudarme y que me agobia mucho ahora mismo, no se que hacer con mi vida, con mi futuro… No se que estudiar.
Tengo la Selectividad cerca, a dos semanas escasas… y todavía no tengo nada pensado. Eso me hace que no me pueda centrar. Llevo buenas notas así que eso amplia mis posibilidades.

Y, ¿qué más os puedo contar sobre mi? Tengo varios perros, dos hermanos, mi color favorito es el rosa, mi número de la suerte el 7, mi comida favorita la pizza, mi bebida el zumo de piña, sobre la música… me gusta todo, excepto la música clásica que tanto le gusta a mi padre, esa la odio. Mi actor favorito es Johnny Depp y mi actriz Cameron Diaz.
Y diréis que esto a vosotros qué os importa… pues lleváis razón.

Ahora vamos a lo importante… tema de chicos.
No he tenido novio nunca, y no se si lo quiero. Después de saber lo que han pasado algunas chicas de mi clase con sus novios y lo que pasa Leyre con el suyo… mejor me quedo como estoy. Ya bastante cosas tengo en la cabeza como para tener otra más…

Y bueno, así en resumen, esta es mi vida…

domingo, 1 de mayo de 2011

"Intento de novela"

Os dejo algo nuevo que estoy escribiendo, un "intento de novela" por ahora sólo llevo dos capítulos. Espero que os guste.
Rub.


CAPITULO 1

Suena la alarma del móvil, como todas las mañanas de lunes a viernes. Leyre lo busca aun con los ojos cerrados. Esa noche ha sido corta, apenas habrá dormido 3 o 4 horas. Había estado estudiando hasta tarde para los exámenes de acceso a la universidad.
Se levanta, y se dirige al espejo, debe de tener un aspecto horrible.
Y ahí esta ella reflejada, morena, con ojos verdes, alta, muy alta, y según sus amigas con un cuerpo precioso. Aunque ese día se puede distinguir una sombra morada debajo de los ojos. Piensa que debería descansar más o acabara enfermando. Pero, ¿cómo? Los últimos dias han sido difíciles para ella. Es más, ese último año había sido muy complicado.
Va al armario y escoge la ropa que se pondrá hoy, necesita algo cómodo, unos vaqueros, una camiseta de manga corta y unas deportivas. Se viste lentamente, sin ganas, mientras piensa en su futuro. ¿Cómo ha podido desmoronarse en un año toda su vida? Y ahora tienen un futuro tan incierto… no sabe que hará después del instituto, se separara de sus amigas… y Javi… ¿qué pasara con el?
Debe de darse prisa, si no quiere volver a llegar tarde a una de las últimas clases de repaso, corre hacia la cocina, abre el frigorífico y se echa un vaso de leche. Ese sería su desayuno. Sale a toda prisa del piso, no sin antes coger una chaqueta. Aunque están a finales de mayo, la temperatura por las mañanas es baja.
Mientras camina hacia el instituto va pensando en lo ocurrido en aquellos últimos meses.

Javi… su relación había cambiado tanto desde que empezaron el curso, se habían distanciado. El se había ido a estudiar periodismo a otra ciudad y aunque estaba cercana, ya solo se veían algunos fines de semana. Para Leyre habían surgido las dudas, su novio era un chico atractivo, en una ciudad solo, aunque intentaba con todas sus fuerzas no pensar en eso, no podía evitar que los celos aflorasen. Pero ella confiaba en el, sí, no tenia dudas. Además, el verano estaba al llegar, pronto Javi volvería y tendrían todo el tiempo del mundo para ellos. Ella cumplía los dieciocho años en un par de semanas y se iban a regalar un viaje juntos.
Pero aunque no quería admitirlo tenia dudas, ya no sentía por el como antes, las ganas de que llegase el fin de semana para verlo iban disminuyendo. El no estaba tan cariñoso como antes, cada vez estaba mas ocupado, las llamadas que antes se contaban por varias al día, habían disminuido mucho, muchísimo, a dos o tres por semana. Y el msn… ni contarlo, ya apenas hablaban. Y Leyre no quería estar así, ella necesitaba más, solo le pedía un poco más de compromiso, más dedicación y Javi no lo comprendía. Había sido un año muy duro y el no entendía que necesitaba su cariño, no la estaba apoyando como creía merecer.
Ya casi había llegado, allí en la puerta esperándola estaba Claudia. Se saludaron con un fuerte abrazo y dos besos, como todas las mañanas. Entraron en el instituto.

Claudia: A primera hora nos toca matemáticas, ¿no?
Leyre: Si, vaya formas de empezar una mañana.
Claudia: De verdad, esta noche no he dormido casi nada, mi cabeza no da para más.
Leyre: Yo tampoco 3 horas, o 4 máximo…
Claudia: ¿Otra vez Javi?
Leyre: Si, no se… todo un poco, además con esto de selectividad, nunca pensé que seria tan duro.

Entran en clase y se sienta una al lado de la otra, justo detrás entra el profesor. Viene con ganas como siempre, nunca han conocido a nadie que le apasionen tanto las matemáticas. La hora se hace interminable, como todos los días. El profesor saca a unos cuantos alumnos para hacer algunos problemas. Leyre mira por la ventana. Fuera el día está nublado, como su estado de ánimo, no se siente bien. No puede dejar de darle vueltas a la cabeza, no sabe si lo que hace es lo correcto. Javi… otra vez piensa en el… ¿qué estará haciendo? ¿La echara de menos? No cree… si fuera así la llamaría más. Ya eso no le importa, se ha acostumbrado a estar sin él, intentará recuperar el tiempo perdido en verano. De repente escucha un ruido. Es Don Roberto, el profesor de matemáticas, que se ha acercado hasta su mesa.

Don Roberto: Leyre, ¿te encuentras bien?
Leyre: Si, no se preocupe, estoy muy bien
Don Roberto: ¡Ah! Pues si es así, atiende, te hace falta.

Leyre intenta prestar más atención, no quiere que le vuelvan a llamar la atención, además necesita buena nota. Aun no sabe lo que va a estudiar, pero llevar una buena nota es importante, las cosas no están como para tener un aprobado justo. Así transcurre la primera hora de la mañana, hoy solo tendrán dos clases, por suerte, pues necesitan tiempo para estudiar de otras materias.

Al acabar la clase, cinco cortos minutos de descanso, que aprovechara para intentar ponerse al día con Claudia

Claudia: Que clase más larga, ¿en qué pensabas antes?
Leyre: En Javi, lleva sin llamar una semana, no se como estará, anoche intente llamarlo, pero nada, móvil apagado. No se que pensar.
Claudia: No le des vueltas, ya mismo estará de exámenes, se quedaría hasta tarde estudiando. Anoche me tire dos horas estudiando a Platón, de verdad, no puedo mas…
Leyre: Platón… yo todavía no he empezado y cada vez queda menos para los exámenes, no se si podré aprobarlos, lo veo misión imposible. Además, no estoy en lo que tengo que estar, me pongo y se me vienen mil imágenes a la cabeza.
Claudia: Tranquila, verás como si, dicen que no es tan difícil como parece.

En ese momento suena el timbre que anuncia el comienzo de la clase de biología. Es la materia que más gusta a Leyre, en cambio para Claudia es de las peores. ¿Por qué se metería en ciencias? No sabe… Pero pronto lo descubrirá…
La clase transcurre tranquila, entre ADN, cromosomas y demás…

Al acabar Claudia y Leyre deciden ir a una cafetería cercana al instituto para tomarse un café rápido antes de regresar a casa a seguir estudiando. Siempre es bueno tomarse un descanso.
Llegan, se sientan en una mesa retirada, cerca de un gran ventanal, donde se puede ver toda la cuidad. Se les acerca una camarera, es joven, más o menos de su edad, a lo máximo 20 años. Leyre pide zumo de naranja, Claudia un chocolate.

Claudia: Estoy cansada, cuando todo acabe dormiré durante dos días.
Leyre piensa, hace tanto que no duerme una noche seguida, sin despertarse varias veces, esta agotada.
Leyre: Yo necesitaría dormir una semana entera. Pero creo que eso no pasará, hay tantas cosas que hacer cuando todo esto acabe, es todo tan rápido.

Justo en ese momento suena el móvil de Leyre, una llamada, mira la pantalla y… ¡No puede ser! Es Javi. Leyre lo coge rápidamente. Se pone nerviosa. Nota mariposas en el estómago. Si, no hay duda, lo sigue queriendo como el primer día, o más.

Javi: ¿Cómo estas? Siento no haber podido llamarte antes, pero ya sabes, esto de la universidad es todo un lío, exámenes, trabajos.
Leyre: No te preocupes, te entiendo. Te echaba tanto de menos… Aquí todo está bien, ya se esta acercando la selectividad… Pero todo bien. ¿Cuándo vienes?
Javi: Para eso te llamaba, este fin de semana estaré por allí. No busques nada que hacer, tengo ganas de estar contigo, ¿vale? Bueno te tengo que dejar ya, tengo ahora clase.
Leyre: Así que este fin de semana… ¡Genial! Vale, adiós amor. Te quiero.
Javi: Y yo a ti.

Leyre vuelve a sonreír, ese fin de semana, Será genial. Claudia la mira, al ver esa sonrisa sabe perfectamente quien la ha llamado, se alegra por su amiga. Se terminan rápidamente su bebida, van hacia la barra a pagar. Se despiden en la puerta de la cafetería y cada una toma la dirección de su casa.
Ahora Leyre esta feliz, solo piensa en ese fin de semana, no tiene ganas de nada más, recuerda los buenos momentos vividos con Javi. Sin apenas darse cuenta ya ha llegado a su casa. Sube corriendo por las escaleras, se siente llena de energía, no tiene ganas de coger el ascensor. Abre la puerta del piso, va hacia el salón a ver si ya esta levantado su padre. Y si, allí está, sentado en el mismo sillón de siempre, mira por la ventana. Leyre lo saluda y va a su habitación a dejar las cosas y a ponerse, de nuevo, a estudiar.










CAPÍTULO 2

En ese momento, en otra ciudad. Javi deja el móvil encima de la mesa, acaba de llegar de fiesta y ha llamado a Leyre, su novia, para avisarle de que el fin de semana iría a verla, la echa tanto de menos. Pero, ¿por qué le ha mentido? Casi no ha podido evitarlo, ¿qué diría Leyre de saber que ha estado toda la noche de fiesta? Seguramente nada, ella es así. No ha hecho nada de lo que deba arrepentirse, no, esta seguro de que no. Así que ya estando mas tranquilo se dirige a darse una ducha antes de acostarse.
Mientras tanto el móvil, en silencio, recibe una llamada sin contestación y así una detrás de otra, hasta seis. Javi sale de la ducha y se acuesta.
Logra dormirse rápidamente, pero no puede evitar despertarse en varias ocasiones, esta intranquilo, no se siente bien. Cuando llega la tarde y se levanta se sigue sintiendo cansado, le pesa todo el cuerpo y le cuesta abrir los ojos.
Coge algo rápido para comer, tiene hambre pues no ha comido desde la noche anterior, y se pone en el ordenador, tiene que hablar con los compañeros para ver que harán aquella noche. Si no hay planes mejores se quedara adelantando trabajo, pues los exámenes están cerca y el tiempo siempre se le hecha encima. Pero no, allí están sus compañeros, todos conectados al msn, quedan para tomar algo sobre las nueve de la noche, algo rápido, debe de dormir algo mas esa noche, mañana no debe faltar a clase, otra vez.
Mientras hace tiempo se sienta en el sofá a ver la tele un rato, va cambiando de canal, pero nada, no hay nada que le guste, todos son programas del corazón. En ese momento, ve el móvil encima de la mesa, recuerda que se le había olvidado activar el sonido, seguro que su madre lo habrá llamado, o ¿quién sabe?, puede que Leyre. Lo coge y, efectivamente, siete llamadas perdidas, una de su madre y seis de… Cindy.
Realmente no se lo esperaba, una llamada de ella, ¿dónde estaría? ¿Para qué lo llamaba? Hacia tanto que no recibía una llamada de ella que le extrañaba. Y, ¿cuánto hacia que no la veía? Mucho, desde que tenían 15 o 16 años… Ese verano había sido unos de los mejores de su vida. No sabía que hacer, ¿la llamaba? ¿Esperaba que ella lo volviese a llamar? Aquello le parecía increíble, Cindy otra vez entrometiéndose en su vida. ¿Qué diría Leyre si se enterase? Le dolería, seguro…
Después de darle muchas vueltas decidió que lo mejor era esperar que ella volviese a llamar. Si necesitaba algo lo haría. Habían pasado muchas cosas juntos y aunque la mayoría no eran del todo buenas, en caso de que Cindy necesitase algo no tendría ninguna duda en ayudarla. ¿Todavía se querían?
Se dirige al armario para vestirse, y por un momento se ve reflejado en el, rubio, con los ojos azules, musculoso, pero había adelgazado bastante en ese tiempo que llevaba viviendo allí. Tenía ganas de volver a su ciudad, aunque allí tenía amigos, pero no se llegaba a sentir cómodo. Todavía le quedaban dos años mas que estar allí, si no había ningún imprevisto. Se vistió lentamente, cogió el móvil y las llaves de la casa, las guardo en un bolsillo y salio a la calle. Se dirigía hasta la parada del metro, iba pensando en sus cosas, las llamadas de Cindy le rondaban en la cabeza, no lograba dejar de pensar en eso.
Se chocó con varias personas, algunas de ellas especialmente antipáticas, aunque no podía culparlos, cada unos tiene sus problemas, y el no estaba centrado aquella tarde. Iba caminando cuando en un escaparate de una tienda lo vio, un colgante, un sol, fue verlo y pensar en Leyre. Pronto era su cumpleaños y aquel le parecía un regalo perfecto para ella, se decidió a entrar y preguntar precios, tendría que ahorrar un poco pero aquel colgante era tan perfecto que tenia que regalárselo como fuera, lo dejo reservado y salió.
Esta vez andaba mas deprisa, pues ya llegaba tarde, compro el ticket del metro y fue rápidamente a cogerlo.
Durante el trayecto observo a la gente, había varios niños, quizá fuera una excursión de algún colegio, vio como varios de ellos lo miraban, uno hasta lo saludó. Javi devolvió el saludo. ¡Qué feliz se puede llegar a ser en esa época! Dura tan poco… y después todo se complica.
Unas paradas más adelante baja Javi, allí ve a todos sus amigos, se saludan y deciden a que bar irán. Todos se decantan por uno que no este lejos, pues no quieren alargar demasiado la noche. Hablan sobre todos los temas, sobre todo de deportes, hacen apuestas por los resultados del futbol. Javi no suele tener suerte, así que mejor apostar poco. Toman un par de cervezas cada uno y sobre las 11  de la noche se despiden para dirigirse cada uno a su casa.
En el trayecto de vuelta en el metro, Javi vuelve  pensar en sus cosas, su vida también ha cambiado mucho desde que pasó a ser un adolescente. Sus padres, Isis y marco, se separaron cuando el solo tenía 10 años. Su padre rápidamente había rehecho su vida con otra mujer, Patricia. Su madre en cambio seguía sola, a veces sentía pena por ella, pues el era su único hijo y no podía ir a verla tanto como deseaba, se llamaban mucho, eso si, pero no era igual. Siempre habían estado muy unidos y ese pequeño distanciamiento lo apenaba mucho. Pero ese fin de semana la vería, se prometió ir por lo menos un día a comer o cenar con ella, tenía que llevarle algún detalle, pues esas pequeñas cosas su madre las agradecía muchísimo.
Cuando andaba de regreso a casa, pasó un coche por su lado, Se fijó en quién conducía, era una chica de pelo castaño y con los ojos marrones, muy grandes y llamativos y una sonrisa, que la verdad, impresionaba. No sabe de qué, pero aquella chica le resulta familiar. Supone que irá a su misma facultad.
Llega a casa casi a media noche, en el sofá esta su compañero de piso, Jorge, charlan animadamente durante una media hora, contándose las batallitas del día, aunque ese día Javi no ha tenido ninguna especialmente importante. Pero hay algo que hace que Javi se vuelva a sentir mal. Jorge le dice que tiene una noticia que le va a gustar mucho.
Han conseguido dar un pequeño concierto con el grupo que tienen, “El trapicheo”, en una sala un poco conocida, y no pueden decir que no, pues sería una gran ayuda para darse a conocer un poco más. Y ahora llega lo que no quiere oír, será ese fin de semana. ¿Y su visita a Leyre? ¿Y su madre?
Javi de pronto se empieza a encontrar mal, ¿qué dirá Leyre cuando se lo diga? Seguro que se enfada, y ya son muchas cosas. Decide acostarse.
Ya en la cama, no puede dormir, tiene que decidir. Ese concierto es importante para el grupo, y él no puede faltar. Pero Leyre… no quiere defraudarla más.
Pone la tele, no consigue dormir, cambia de canal y deja una película que están poniendo, no sabe el titulo ni de qué va, pero siempre es mejor que nada. Consigue dormirse, aunque no iba a descansar todo lo que a el le gustaría.

Mi vida en el pueblo

Esto es una historia que se me ocurrió. Es muy divertida. la iré poniendo poco a poco. Espero que os guste.
Rub.



Hola, me llamo Judith, tengo 15 años y os voy a contar mi historia. Bueno, mejor dicho, mis historias.
Yo soy una chica normal y corriente, de ciudad, hasta que conocí a la que hoy es mi mejor amiga, Ciara. Ella vivía en la misma ciudad que yo, pero tenia una casa en un pueblo de la montaña, y no se le ocurrió una cosa mejor que invitarme durante unas vacaciones, en ese momento mi vida cambió. Todavía no tengo claro si a mejor o a peor, porque las cosas que comenzaron a sucederme parecen de ficción.
Os voy a contar algunas cosas de mi vida para que me conozcáis un poco más. Vivo en una casa, tengo un padre y una madre, como es lógico. Además tengo una hermana, es cansina, pero en el fondo nos queremos. También tengo una perra, una tortuga y algunos peces. Sí, mi casa parece un zoológico.
Voy a un instituto normal, me divierto como cualquier persona normal y no sé, mi vida es como la de cualquier persona. Eso sí, me gusta hacer el tonto más que a nadie. Por eso, quizá, de vez en cuando, me llamen payasa. Mi hermana desde siempre me ha dicho sonrisitas, supongo que será por mi buen humor. Aunque esto también podría cambiar en los próximos meses de mi vida. A partir de, como ya os he dicho, me fui de vacaciones, ahí, en ese momento, dejo de ser todo normal para convertirse en la historia más surrealista que os podáis imaginar.
Ahora os voy a presentar a Ciara, ella tiene un años menos que yo, aunque estamos en la misma clase, no es que yo haya repetido, es que cumplo los años los primeros días de enero y ella los últimos de diciembre. Es una chica rara, ¿para qué nos vamos a engañar? Pero en el fondo es buena gente. Sus padres se llaman, Fátima y Alfonso, también tiene una hermana Merche y dos perras. Y tengo que confesaron que cuando nosotras dos nos juntamos no somos normales.
Empezaré contado como fue el primer día que llegué a aquel pueblo perdido.
Salimos tarde, como siempre que vamos. Alfonso siempre llega tarde, el pobre trabaja mucho. Fátima ya estaba un poco de los nervios, nos tenía a todos montados en el coche y con las maletas atrás, cuando lo vimos llegar por la esquina en su moto. Corriendo, la metió en la cochera y se subió al coche sin perder ni un segundo más. Arrancamos y nos fuimos rumbo a aquel pueblo. Tengo que confesaros que estaba nerviosa, era la primera vez que iba y por lo que me había contado Ciara, allí la gente, muy normal que digamos, no es. Llegamos tarde y subimos las maletas a la casa. Me impresiono bastante, nunca había visto una casa tan antigua y además, ¡con los techos tan bajos! Yo para mi pensé: “Esta casa esta hecha para gente pequeña” Y en un momento de descuido me di un golpe en la cabeza con el marco de la puerta, que como podéis imaginaros, era también bajo. Tras dejar las maletas salimos a la calle y Ciara tosió, entonces como primera sorpresa me di cuenta que un vecino salía de la puerta de al lado. ¿En ese pueblo te conocían por cómo tosías? Eso me pareció, por lo menos aquella primera vez. Ciara y Adrián se saludaron con un abrazo y luego nos presentaron.
Como ya era tarde y ninguno teníamos ganas de cocinar, pero eso si, estábamos muertos de hambre, fuimos a la pizzería a cenar. Me pareció la pizza más buena del mundo. No sé si era así, o era del hambre que llevaba.
Luego volvimos a la casa de Adrián, que en ese momento estaba estudiando para un examen de inglés. En seguida me di cuenta de que ese chico de inglés, sabía más bien poco. Y yo, muy decidida, lo anime para que copiara en el examen. Ya empezábamos con las trastadas. Después de esto, Ciara y yo nos fuimos a su casa, ya estábamos cansadas y nos acostamos. No tardamos nada en dormirnos.